El salto al oro de España en una gimnasia rítmica más matemática: “Jóvenes, pero curtidas”

Inés Bergua (21 años) destaca por su “constancia y trabajo invisible”. Andrea Corral (16) es el “buen carácter, la positividad, la energía”. Lucía Muñoz (16) es el “talento”, que hace simple lo difícil. Salma Solaun (20) es la “delicadeza, la dulzura en movimiento”. Andrea Fernández (19) es el “carisma, la expresividad, la que se crece compitiendo”. Marina Cortelles (18) es la “elegancia, la limpieza en la ejecución”. Ellas son las seis campeonas de Europa (33 años después) en la clasificación general de gimnasia rítmica y las que inician el camino a Los Ángeles tras el sabor amargo de París 2024. Alejandra Quereda tiene clara la hoja de ruta en este año de “transición”, que empezó con tres oros en Tallín, hace una semana.
Un placebo por lo que ocurrió en París. España llegó con el reto de pelear por el podio en el Bercy Arena y no pasó ni a la final en conjunto. Hubo una decepción, pero Quereda no perdió tiempo en renovar las ilusiones. “No cambiamos mucho. Creemos que en París se llegó a un grado alto de presión, pero lo habíamos trabajado bien. En 2023 disputamos el Mundial en casa, en Valencia, y ganamos medallas. Fue fruto del momento, de las circunstancias, no fue la preparación”, reflexiona.
No cambiamos mucho, lo que paso en París fue fruto del momento” Alejandra QueredaSeleccionadora española de gimnasia rítmica
Por eso mismo, lo primero que hizo fue renovar el equipo. Mantener alguna veterana, pero tirar de aquellas jóvenes que ya llevaban tiempo en la dinámica de grupo. Como dice Quereda, “jóvenes, pero curtidas”. “Cambiaban los aparatos. Ahora hay una combinación del mixto con pelotas y aros, y cinco cintas. Y hemos tenido que adaptar las nuevas coreografías al código de puntuación”, explicó Quereda. Un reglamento que convierte a la artística en más “matemática” y que beneficia a España por la importancia del “artístico”.
“Nos vemos obligadas a llegar al máximo de dificultad, por lo que debemos mejorar la ejecución”, introduce. “Se ha buscado que todo sea más objetivo, dejar menos cosas en el aire. Creo que las mejores selecciones podemos llegar a un alto nivel de dificultad, aunque los fallos pesen igual, creo que se verán menos”, añadió. Por eso la parte creativa es fundamental, para marcar la diferencia, y en eso Quereda reconoce que es una alumna aventajada: “Desde que era una niña haciendo gimnasia rítmica, me gustaba ser yo y crear nuevos elementos. La cabeza funciona a dos mil por hora cuando estoy por la noche”, afirmó.
La gimnasia rítmica tendrá un verano ajetreado. Después de descansar una semana al regresar del éxito del Europeo, ahora le toca volver al tapiz, con exhibiciones por España, concentraciones y una parada de la Copa del Mundo en Rumania. Y en agosto, el Mundial de Río de Janeiro (20 al 24), una ciudad con aroma de éxito para Quereda. En 2016, ella era una de las líderes del equipo que se colgó la plata olímpica: “Para mí es un recuerdo único, de los mejores de mi carrera. Me da respeto volver a revivir emociones vividas, soy de quedarme con el momento. Fue algo maravilloso. El pabellón no es lo mismo, pero el carácter, el calor del público será el similar”, imaginó en su momento, pensando en más medallas.
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